domingo, 20 de septiembre de 2015

Puntos de encuentro: El Desarrollo Humano.

“Lo que medimos afecta a lo que hacemos;
y si nuestras mediciones son defectuosas,
nuestras decisiones se pueden distorsionar.”
Stiglitz, Sen, Fitousi (2009)

Para pensadores como Sen, Adelman y Nussbaum, es claro que existe una ruptura en la historia del desarrollo y esta comienza a partir de la culminación de la segunda guerra mundial, época en la cual es necesaria la reconstrucción de Europa y se crean organismos internacionales, que posteriormente se convertirían en los directores de la orquesta a nivel mundial, en cuanto a las orientaciones específicas para alcanzar un desarrollo adecuado para las naciones. Todos esto autores, a los cuales se les suman Acemoglu y Robinson, coinciden en que el desarrollo deben humanizarse y que existen falacías que deben ser analizadas para no caer en la trampa del desarrollo. Ahora, por cuestiones de espacio, no se analizarán todos los puntos de encuentro entre el pensamiento de cada uno de los autores antes mencionados y no centraremos en tratar de integrar una visión, dando respuesta a la interrogante de: ¿Es el PNB es el indicador ideal para medir el desarrollo de las naciones?.
Iniciamos, recogiendo la posición de Irma Adelman, en su texto Fronteras de la economía del desarrollo, establece que este solo mide el potencial y no el desempeño del desarrollo a nivel nacional y que por ende no es una medida adecuada y se requiere de un criterio multidimensional, como el planteado por el PNUD con el Indice de desarrollo humano – IDH; sin embargo, es de la visión que antes que un solo indicador es preferible una serie de indicadores desagregados como el planteado por Adelman y Morris en un modelo cuantitativo, “usando la diversidad étnica, la movilidad social y la extensión de los servicios telefónicos en varios países del África subsahariana como ejemplos de densidad de las redes sociales”[i]
Sen[ii], cuando habla de las ponderaciones, valores y participación estatal, cuestiona la utilización del PNB per capita, al plantearse el interrogante - es válido limitar nuestra valoración a los bienes y al mercado porque la única alternativa posible es emitir juicios comparativos sobre ventajas personales, en lugar de recabar información acerca de los diferentes aspectos de la calidad de vida-, y es indudable que como indicador el PNB analiza adecuadamente un punto central el Mercado, los niveles de consumo, pero no existe una diferenciación que permita medir las desigualdades y por ende presentar elementos de juicio a cerca de las desigualdades e inequidades existentes en una nación a nivel de ingresos. Sen propone el IDH del PNUD, pero también presenta otra serie de indicadores que podrían ser utilizados, dejando la ventana abierta a la discusión de este punto.
Hasta aquí, es claro que el PNB por sí solo, no es un indicador idóneo para medir y mostrar en toda su complejidad, pero también es cierto que dada la complejidad del desarrollo y de la multidimensionalidad y multitemporalidad del mismo, el crecimiento económico debe hacer parte de la medición del desarrollo, ya sea como un indicador o como una variable agregada a otro indicador más amplio. Más aún, cuando empezamos a concebir el desarrollo como bienestar y generación de capacidades, Martha Nussbaum[iii], en su listado de 10 capacidades, no deja de lado esta medición, pues cuando habla de: “control sobre el propio entorno b) material. Poder poseer propiedades (tanto muebles como inmuebles) y ostentar derechos de, propiedad en igual de condiciones con las demás personas, tener derecho a buscar trabajo en un plano de igual con los demás…” de manera indirecta se está refiriendo a los ingresos y como lo medimos pues con el PNB. De igual manera, Acemoglu y Robinson[iv], utilizan el PIB como uno de los elementos de juicio para demostrar que las teorías para explicar el desarrollo de las naciones (teoría geográfica, cultural e ignorancia), no funcionan o en su defecto no logran explicar de manera adecuada todas las dimensiones del desarrollo.
A manera de conclusión, el PIB, PNB el IDH muestran una realidad intrínseca de las naciones desde ámbitos diferentes y son complementarios, pues ambos indicadores presentan falencias y no permiten ver de manera integral todo el panorama, en este sentido, como criterio personal, ambos indicadores deben ser utilizados cada uno en su campo para formar una idea general aunque no total, pues aun utilizando los dos, haría falta evaluar aspectos ambientales, culturales y políticos. En este sentido, la propuesta es la de utilizar una batería de indicadores desagregados que muestren un todo, más aún, cuando cruzamos la delgada línea de las políticas públicas, las cuales exigen un adecuado diagnóstico de los problemas socialmente relevantes.




[i] Tabla No.1 Tipos de estudio en capital social, http://www.bdigital.unal.edu.co/10285/19/98544399.2006.Parte4.pdf
[ii] Sen, A. (1998). “Las teorías del desarrollo a principios del siglo XXI2, pp. 73-100. Revista Cuadernos de Economía N° 29. Facultad de Economía, Universidad Nacional. Bogotá. Louis Emmerij y José Nuñez, compiladores, el desarrollo económico y social en los umbrales del siglo XXI, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington D.C., 1998. Artículo reproducido en la revista cuadernos de Economía de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional. Bogotá.
[iii] Nussbaum, Martha C, Crear capacidades: Propuesta para el desarrollo humano.

[iv] Acemoglu y Robinson; Por qué fracasan los países, capitulo: teorías que no funcionan.

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